Ansiedad


Todos hemos sentido ansiedad o preocupación de vez en cuando, especialmente cuando una persona tiene que enfrentar situaciones que pueden resultar estresantes como hablar en público o ir a una entrevista de trabajo. Esto ocurre porque la ansiedad es una emoción común y normal de las personas frente a situaciones estresantes y de incertidumbre y la emoción cumple una función útil que permite adaptarnos a la vida.  Este tipo de ansiedad puede hacerte estar alerta, ayudándote a ser más productivo y a realizar el trabajo de manera más eficiente.  Hay momentos en los que la ansiedad más que resultarnos útil se convierte en un obstáculo para llevar una vida normal. Esto ocurre cuando aparecen síntomas de ansiedad sin motivos aparentes, o bien, que el nivel de ansiedad ante un acontecimiento es totalmente desproporcionado respecto al peligro real que supone.
Es definitivo para el diagnóstico de ansiedad que ésta genere un malestar importante o que interfiera en la vida normal de la persona.  El problema surge cuando varios síntomas asociados con la ansiedad provocan angustia o algún daño funcional en la vida de la persona que lo sufre, pues afecta al funcionamiento en diferentes áreas de su vida. Por ejemplo: las relaciones sociales y familiares, el trabajo, la escuela. Entonces se diagnostica el trastorno de ansiedad.  Las emociones presentes en los trastornos de ansiedad van desde el simple nerviosismo a episodios de terror o pánico.
Se diagnostica un trastorno de ansiedad cuando una persona:
Tiene una respuesta extrema (por ejemplo, mucho miedo) ante una situación
No puede controlar su reacción
Altera su forma de vida debido a la ansiedad (por ejemplo, no sale a la calle, evita hablar o comer en público, etc.)
Es importante prestar atención a los síntomas para prevenir que la persona que los padezca sufra crisis más severas
Los trastornos de ansiedad son muy comunes y existen tratamientos efectivos.  Con un tratamiento apropiado las personas que lo sufren pueden aprender a manejar y controlar mejor sus síntomas y a mejorar su calidad de vida.
Existen varios tipos de trastornos de ansiedad entre los cuales hay diferencias importantes.  Los más comunes son:
Trastorno de ansiedad generalizada
Trastorno de pánico
Trastorno obsesivo-compulsivo
Trastorno por estrés posttraumático (TEPT)
Fobia social
Agorafobia
Fobia específica
Las manifestaciones sintomatológicas de la ansiedad son muy variadas y pueden clasificarse en diferentes grupos:
Físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, “nudo” en el estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la activación neurofisiológica es muy alta pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.
Psicológicos: Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor a la muerte, a la locura, o al suicidio.
De conducta: Estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresividad corporal y el lenguaje corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o crispación, etc.
Intelectuales o cognitivos: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados e importunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.
Sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos, y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.
No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o psicológica, se muestra más vulnerable o susceptible a unos u otros síntomas.

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