Pánico
El ataque de pánico es un episodio de miedo intenso con por lo menos
cuatro síntomas que se desarrollan repentinamente y alcanzan un pico en
aproximadamente diez minutos: palpitaciones, ritmo cardiaco acelerado,
sudoración, temblor, sensaciones de falta de aire o ahogo, dolor en el pecho,
nausea o malestar abdominal, sensación de mareo, desrealización, miedo a perder
el control o volverse loco, miedo a morir, confusión y sensaciones repentinas
de frío o calor (Ronald, 2001).
Beitman y Muir (1992) concluyen que el trastorno de pánico tiende a
correr en las familias aumentando el riesgo de desarrollarlo; pero no mencionan
ninguna característica de las familias. Giorgio Nardone y Watzlawick son
algunos de los que han abordado de manera sistémica el ataque o trastorno de
pánico en su libro de El arte del cambio (1989). Posteriormente Nardone hace un
artículo sobre una aproximación de tratamiento estratégica y sistémica en su
artículo Brief Strategic Therapy. Knowing by changing (2004). Otra autora que
aborda en forma de terapia breve sistémica el trastorno de pánico fue Federica
Cagnoni en su artículo Evolved Strategic Treatment for Panic Attack Disorders
(2004).
Giorgio Nardone, describen los ataques de pánico y el trastorno de
pánico como una trampa (muy eficaz) en dos ámbitos fundamentales. En primer
lugar, la trampa del que sufre una crisis consiste en creer que lo que está
viviendo es peligroso (es decir, surgirá un ataque al corazón, un desmayo, se
perderá la razón, se perderá el control) cuando realmente un ataque de pánico
no representa ningún peligro en absoluto. En segundo lugar, los afectados caen
en la trampa de hacer cualquier cosa que creen que les ayudará a evitar las
crisis cuando lo que realmente hacen es empeorar los ataques de pánico. Estas
actividades incluyen comportamientos de evitación, tratando de controlar los
ataques de pánico, luchando contra ellos, cayendo en supersticiones y rituales
para evitar ataques de pánico y conseguir autoprotección. Es decir, lo que se
hace para enfrentarse a los ataques de pánico termina por perpetuarlos, en la
mayor parte de los casos.
Según Giorgio Nardone y Federica Cagnoni, una experiencia inicial, real
o imaginaria, puede introducir en la mente del sujeto una nueva posibilidad de
reacción perceptiva: la del temor. A partir de esa experiencia, todo lo que se
lleva a cabo se hace con el fin de defenderse del peligro real o imaginario.
Sin embargo, esa reacción no funciona sino que, por el contrario, se confirma
aún más la amenaza, lo que empeora los efectos e induce una clásica situación
de reacción de pánico, tanto en términos de la generalización del miedo en lo
psíquico como en la respuesta del comportamiento
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